jueves, 14 de julio de 2016

14 de julio "Jour de La Marseillaise"

¡Ah! La Revolución Francesa...

Como todo proceso histórico, la Revolución Francesa ha pasado por revisionismos lapidarios, estereotipos sanguinarios, apologías populares entre otras ópticas que dejaron claro que no se puede ignorar como acontecimiento importante en la historia de la humanidad.

Si bien puede resultar engorroso para los que no estén interesados en lo que tiene que decir Clío acerca de los orígenes, causas y demás menesteres sobre el inicio de la Revolución, es preciso decir que se ha tomado el 14 de julio de 1789 como la fecha de inicio de la fase armada con el asalto popular a la Bastilla como es bien conocido.

La toma de la Bastilla el 14 de julio de 1789. Es el origen del día nacional de Francia


Pero me gustaría hablar más del simbolismo de la fecha con ayuda de un aspecto cultural que conlleva inevitablemente a la construcción de la identidad moderna de Francia.

En 1792 el gobierno de la Convención Nacional, nacido del movimiento popular de dos años atrás, declara la guerra a su gran enemigo dinástico: el imperio austriaco de los Habsburgo. En un atrevido movimiento político que resuena en toda Europa, la Francia provoca la unión de los países enemigos de la revolución en un grupo que la historia conoce como la Primera Coalición antifrancesa.

El campo de batalla que urgía preparar ante la invasión austriaca era la frontera con Bélgica (donde se encontraba el ejército imperial) y la defensa del Río Rin.

La convención sabía claramente que la disolución de los regimientos reales fue un duro golpe a la defensa territorial del país. Las Guardias Nacionales (ciudadanos armados para suplir esas fuerzas regulares) poco podrían hacer al enfrentar a una potencia del Antiguo Régimen que si bien no había salido bien librada de las guerras anteriores, tenía la experiencia y moral de combate necesario para someter a sus odiados enemigos franceses.

Se necesitaba levantar el espíritu de la población que empezaba a mostrar hartazgo de los devenires políticos que tomaban París como tribuna, del tinte sangriento del movimiento contrarrevolucionario de Bretaña, del desorden aprovechado por los líderes locales para imponer el orden a modo en los departamentos territoriales y de la desestabilización económica y desabasto de recursos que trajo la revolución.

Con esta pesadumbre Philippe Frédérich de Dietrich, el alcalde de Estrasburgo (ciudad fronteriza a orillas del Rin y posiblemente un objetivo a tomar por parte de los invasores), invitó a cenar a varios oficiales de la guarnición local a su residencia la noche del 24 de abril de 1792. Entre esos oficiales estaba Claude Rouget de Lisle. Este oficial tenía una vena poética conocida entre los invitados al convivio y el alcalde Dietrich le pidió que compusiera unas letras a modo que sirviera de canto para alegrar un poco la triste atmósfera donde se podía sentir la muerte rondando ante la proximidad de los austriacos.

Rouget de Lisle compuso un "Chant de guerre pour l'armée du Rhin" (Canto de guerra para el ejército del Rin) que llamaba a la defensa de la reciente libertad obtenida y, lejos de ser un canto triste, inflamó el pecho de todos los asitentes. A pesar de la marcialidad del canto, su uso se limitó a las revistas y reclutamientos de dicho ejército y no tuvo más difusión que esa.

Imagen idealizada de Rouget de Lisle entonando su Chant de guerre pour l'armée du Rhin 

Algunos oficiales de la Guardia Nacional de los departamentos meridionales franceses de Montpellier y Marsella aprendieron el canto y lo enseñaron a las unidades que estaban formando. Este fue bien recibido y pasó a ser su canto de marcha.

Mientras tanto, la frontera belga pasó a ser el escenario principal de la guerra. Los austriacos y los prusianos habían pisado ya suelo francés. Habían manifestado que entraban para reponer a Luis XVI en el trono y restaurar el antiguo orden amenazando con la muerte a todo aquel que se opusiera. La Revolución estaba en peligro de desaparecer y con ella la huella que dejaría en la historia.

La Primera Coalición contra Francia en 1792

Los guardias de Marsella y Montpellier fueron llamados para presentarse en el frente. En su camino iban entonando el himno de Rouget de Lisle y en su paso por París enardecieron tanto a la población local con esas letras que fue bien recibido por la Convención y, junto con la escarapela tricolor de la municipalidad de Paris, se convirtieron en el símbolo de la Revolución Francesa.

Imagen idealizada de los voluntarios de Marsella cantando el himno.

El canto empezó a conocerse, desde entonces, como "La Marsellesa" a pesar de ser compuesta a orillas de las aguas del Rin.

Ocurrió después la gran Batalla de Valmy el 20 de septiembre de 1792 donde la Guardia Nacional con la escarapela tricolor en el sombrero y el canto en el corazón derrotó completamente a los invasores, salvando a la Revolución y a Francia.

"La Batalla de Valmy" por Horace Vernet

El gran escritor del romanticismo alemán Johan Wolfgang von Goethe (autor de "Fausto", "El joven Werther" entre otras obras) estuvo presente con el ejército prusiano y durante la estancia del mismo antes de la batalla animaba a sus compañeros con citas filosóficas y comentarios inteligentes. Después de la derrota en Valmy, mientras sus compañeros buscaban consuelo en sus palabras, cabizbajo les dijo "Desde este lugar y a partir de este día comienza una nueva era en la historia del mundo, y todo lo que se puede decir es que ustedes estaban presentes en su nacimiento."

Hoy, a tanto tiempo de distancia y viviendo en un sistema político económico bastarizado de ese gran movimiento empezado en la Bastilla, "La Marsellesa" sigue inflamando el pecho de los que buscan la libertad.

La Marsellesa Marchemos, hijos de la Patria, ha llegado el día de gloria! Contra nosotros, la tiranía alza su sangriento estandarte. ¿Oís en los campos el bramido de aquellos feroces soldados? ¡Vienen hasta vuestros mismos brazos a degollar a vuestros hijos y esposas! ¡A las armas, ciudadanos! ¡Formad vuestros batallones! ¡Marchemos, marchemos! ¡Que una sangre impura abreve nuestros surcos!



   Como un bono por llegar a leer el final de este post, dejo el canto de La Marsellesa con el barítono Jean Baptiste Noté grabado en 1907. Recuerden que no había películas con sonido en ese entonces sino que la imagen está sincronizada con un viejo rollo sonoro.





miércoles, 8 de junio de 2016

A retomar el blog

Saludos a todos:

Han pasado tantas cosas desde mi última entrada en el blog. La fiaca o la falta de tiempo no lo han permitido y soy sincero en ello. Jamás ha sido desinterés, solo postergaba estas líneas.

En mi vida personal han pasado cosas agradables aunque sumen más las desagradables pero intento mantenerme firme ante la adversidad. No dejo de asombrarme día a día con las cosas que ofrece este mundo y no quiero parecer extremista diciendo que es maravilloso y que es aborrecible de ello.

En fin, espero retomar el paso y como dicen que dijo Fray Luis de León: "Decíamos ayer..."