A punto de irme a la cama, había algo que no podía quitarme de la cabeza. Como si una sombra me hubiera perseguido todo el día. Era la sombra de Carmen Serdán.
María del Carmen Serdán Alatriste (1875-1948)
Aquel viernes 18 de noviembre de 1910 se notaba cierta tensión en la calle de Santa Clara en la ciudad de Puebla. Los comercios abrieron sin novedad pero había una inusual actividad en la casa marcada con el número 4. La casa estaba siendo vigilada por la policia poblana ya que el hermano mayor de la familia Serdán, Aquiles, se había ganado a pulso la fama de subversivo ya que apoyaba al partido antireeleccionista de Francisco I. Madero. Siendo comerciante de zapatos y acompañado siempre por sus hermanos Máximo y Carmen, era bien conocido en la ciudad y por eso no corría riesgos innecesarios en su actividad política.
Aquiles Serdán
La policía había recibido informes de la acumulación de armas para apoyar el levantamiento proclamado por Madero en el
Plan de San Luis teniendo como fecha el 20 de noviembre de ese año. Ya habían cateado la casa una vez sin encontrar evidencia. Ante los movimientos inusuales de visitantes a la casa, se decidió hacer un nuevo cateo presidido por el jefe poblano Miguel Cabrera.
Esta vez habría un baño de sangre. Cabrera fue acribillado en el patio de la casa y los Serdán vieron que no había alternativa: tenían que pelear y adelantarse al levantamiento.
Cuatro horas y media de balazos marcaron el momento donde la familia Serdán sería la protagonista de la gesta que abriría una herida en el país que no dejaría de fluir por diez años. Evidentemente habría que acabar con la dictadura por la fuerza y el acomodo de las fuerzas revolucionarias no se haría de manera pacífica.
Actual reconstrucción de una habitación de la casa de los Hermanos Serdán.
Carmen, aquella femenina figura propia de la ciudad trazada por los ángeles, salió al balcón de la casa sorprendiendo a los cerca de mil soldados que abarrotaban la calle y gritó "¡Vengan a ayudarnos! ¡El momento ha llegado!". Pero nadie acudiría en su ayuda... ellos son toda la revolución.
Alegórica versión de Carmen Serdán pidiendo la ayuda que jamás llegó
Máximo cayó al igual que los compañeros que creían en la causa. Una herida Carmen y su madre cayeron prisioneras mientras Aquiles recibía un disparo en la cabeza. Así terminó el primer capitulo de una revuelta que no había comenzado.
Doña Carmen murió en 1948. Jamás se casaría y tenía una buena justificación ya que según sus palabras "En México ya no había hombres".
En estos momentos en que el país se convulsiona, donde la sociedad civil parece que ha despertado de un letargo mortal, donde el estado de derecho brilla por su ausencia y el gobierno que se dice "emanado de la revolución" prefiere practicar montajes y provocaciones viene a mi recuerdo la anécdota de Doña Carmen y una palpable lección. Nosotros que formamos la sociedad mexicana que ha aguantado vilezas y que ha dejado salir ese grito de inconformidad...
¿Acaso estamos solos?